La historia de los siete limones por $10
El viernes 19 de agosto de 2016 fue el día donde me entere que mi búsqueda de empleo que tomó nueve meses ha llegado a su fin y que había superado una prueba en mi vida bastante dura, la cual comentaré en breve.
Pensando en eso durante todo el día, en un momento yendo en auto, me detengo en un semáforo y aparece un tipo vendiendo cinco limones por $10. Sin pensarlo le dije que no me interesaba y agradecí, en ese mismo instante, mientras esta persona se alejaba, me puse a pensar en él y en el hecho que este vendiendo limones a las 9 de la noche.
Cuando el semáforo me permitió avanzar, me acerque con el auto, toco bocina y nuevamente esta persona se acerca por el vidrio de la puerta del acompañante y me deja los cinco limones sobre el asiento. Cuando le voy a pagar le digo: Entiendo que estas haciendo esto porque no te queda otra, hoy conseguí trabajo sabes y te voy a ayudar, porque en estos últimos meses aprendí a hacer lo que sea necesario, sin importar si “es lo tuyo o no” para llevar un plato de comida a la mesa.
Esta persona me agarra fuerte la mano y me dice: Espera -y al instante me trae dos limones mas, me los deja en el mismo asiento y me dice casi emocionado -Gracias.
Está historia no trata de lo generoso o buena persona que soy, porque $10 pesos no cambia en nada la realidad de esta persona, pero hasta ese momento, nunca tuve tan claro que la vida es una cuestión de dar y recibir y que cuando uno lo hace de corazón o de una manera inconsciente, recibe más de lo que entrega. En este caso, dos limones más.
También me deja en claro la poca empatía que tenemos con las necesidades del otro y que tenemos que ser más considerados sin importar en que posición estemos hoy.
Así que estimado lector, le dejo dos consejos:
1: Nunca, pero nunca escupas hacia arriba, no tienes idea lo que el destino te tiene preparado.
2: Siempre entrega todo sin pedir nada a cambio y el Karma, Dios, Ala, Buda o quien más te guste, te recompensará.